Primero, te invito a reflexionar, contigo mismo(a), respondiendo SI o NO a lo siguiente :
- Siempre me ha dado mucho miedo la soledad, espero que los demás me entiendan.
- Las nuevas situaciones me provocan mucha ansiedad y me cuesta adaptarme a ellas.
- Me gusta conservar (acumulas) todo: objetos, notas, ropa,…
- Me cuesta mucho pedir lo que necesito, por temor a lo que puedan decir los demás.
- Prefiero complacer a mi pareja, antes que a mí, tengo miedo que no me quiera, y se vaya.
- Cuando emprendo algún proyecto, encuentro razones para dejarlo.
- Siempre estoy para los demás, aunque a veces sienta que no soy correspondido(a)
Si te sientes identificado(a), con los enunciados, está presente la herida de abandono.
Antes de continuar vamos a diferenciar la herida de abandono, de la herida de rechazo.
Herida de rechazo: el niño o niña, no se siente valorado ni aceptado.
Herida del abandono: el niño o niña, experimenta falta de atención, cuidado, y cariño, siente a los padres ausentes, física y/o emocionalmente, .
El abandono es una forma de ausencia: física (cuidados, formación, alimentación…) y/o emocional (sentirse atendidos, escuchados y acogidos emocionalmente), que puede provenir de cualquiera de los progenitores. Sabemos del rol de la madre en el desarrollo emocional de los hijos (as) y, cabe mencionar que, el del padre es, igualmente, importante. Está visto que, consecuencia de la ausencia de la “figura paterna”, el hijo(a) crecerá falto(a) de confianza en sí mismo(a), con sentimientos de temor ante la idea de quedarse solo(a), ya que, el padre actúa como referente de tranquilidad, seguridad y protección en su interacción con el entorno. El niño o niña crece con la figura del “padre ausente”
Pensamiento: NO SOY VALIOSO/A, NO PUEDO VIVIR SOLO(A), NECESITO QUE CUIDEN DE MÍ
Máscara que utiliza: dependencia emocional, validación externa constante.
Perfil: Dependencia, miedo a la soledad, estado de ánimo y humor fluctuante pasando de un extremo a otro, expectativas del entorno como retribución de sus acciones (si hace favores o atenciones a otro, espera ser correspondido), baja autoestima. La persona que sufre de abandono también suele sufrir rechazo.
Actitud: Visión de la vida como un problema, elige relaciones de dependencia, llega a aceptar su disfuncionalidad para evitar la soledad; inseguro, manifiesta con frecuencia una actitud complaciente, sintiéndose no merecedor/a de las cosas buenas, le cuesta aceptar la autoridad, a la vez que teme ser abandonado. Emocionalmente lábil al hablar de sus problemas (llanto fácil). Asimismo, puede elegir aislarse y estar solo, para evitar el dolor de ser abandonado (creencia: todos me abandonarán).
Los adultos con esta herida, son personas con una constante necesidad de apoyo, atención y aprobación, su mayor miedo es a la soledad. En sus relaciones experimentan que, el sentimiento de cariño y amor, por parte del otro, es insuficiente. Tienden a ser muy complacientes, anteponiendo al otro.
Los padres que no han resuelto su herida de abandono, suelen ser sobreprotectores, experimentando miedo ante la posibilidad de la independencia de los hijos.
Aprendizaje: empatía y acompañamiento.
Si te resuena alguna de las situaciones descritas, y has descubierto que tuviste escasa o negativa relación con tu padre, te ofrezco acompañarte en el proceso para sanar tu herida. Aprenderás a gestionar el dolor provocado por esta herida del pasado, Hoy, desde el entendimiento, el amor, la aceptación y la comprensión, contigo mismo(a).
Cuando aprendes a quererte a ti mismo(a),
desaparece el miedo a estar solo(a)
Sugerencias para empezar a sanar la herida de abandono:
Cabe mencionar que, generalmente, para sanar la herida de abandono, la persona debe acudir con un profesional, quien le brindará el apoyo y acompañamiento necesarios para hacer frente a la situación emocional que lleva.
Para empezar a sanar, RECONOCE la herida, es importante que tomes consciencia de ti mismo(a) y de lo que sientes, con una actitud paciente y comprensiva, pues el objetivo no es buscar culpables, sino empezar a aprender a cuidar de ti, física, emocional y mentalmente, aprender a sentirte bien solo/a, sin necesitar depender del entorno.
A continuación, te propongo algunas actividades, que puedes combinar con las sugeridas en la publicación anterior, para la herida de rechazo:
-Establece rutinas saludables para comer, dormir y hacer ejercicio.
-Reconoce tus propias necesidades y sé amable, respetuoso/a, paciente y responsable contigo.
-Practica sentir, identificar y expresar tus emociones y sentimientos de forma saludable, y asume que tienes derecho a sentir lo que sientes, sin juzgarte.
-Perdona y reconcíliate: Habla con tu padre/madre, a través del trabajo del espejo, y dile todo lo que quieras decirle: lo que te dolió de él/ella, lo que aún te enfada, lo que te hubiera gustado oír, etc. (si te cuesta usar el espejo, este ejercicio lo puedes realizar también escribiéndole una carta).
-Sé agradecido/a por la oportunidad que te dió tu padre/madre al traerte al mundo, y rescata del archivo de tu memoria algún buen momento compartido con él/ella (siempre existe alguno…permítete traerlo)
Tu mejor vida, aquella que deseas para ti,
no está en “algún día”,
está en cada elección que haces,
Hoy, en este momento.
Si sientes que estas actividades no te ayudan, o no son suficientes, puedes recurrir a un profesional que te acompañe a explorar tus emociones, y te ayude a desarrollar recursos para sanar.
Si deseas, puedes contar con mi apoyo para este proceso.
LA VIDA TE AMA